Colombia del sartén al fuego

Juan David Duque Botero.

Como todos, quiero tener mejores vías, mayor seguridad y mejores programas sociales. Que marchen los que quieran, la protesta social como el camino esperanzador del que está inconforme. Lo que no podemos discutir es que prime el desorden por encima del derecho a trabajar, a que no nos peguen el virus. El simple respeto por el derecho de los demás. El país se está desconectando, cierran negocios, se pierden otros, y se rompen lazos difíciles de conectar. El paro tiene un impacto inmediato, pero el daño a largo plazo nos llevara a saltar del sartén al fuego.

Rutas aéreas que llevan años revisándose y echando números, exportaciones que para llegar a ese nivel de calidad necesitaron aprendizaje, estrategia y crecimiento. La inversión se esfuma ante el contexto actual. Falta que se den las consecuencias de todo esto, que era la clave para el desarrollo del turismo en nuestro país.

El problema no es la carga represada que no puede llegar a Buenaventura y esta se pierda. El problema está en que la carga que no fue enviada hace incumplir su venta. Los traders comprarán café en Brasil o Nigeria, el aguacate en México (donde lo han comprado siempre) o las flores en Ecuador y la relación de confianza del exportador se desbaratada por no poder tener certeza de su próximo el despacho.

Los peajes quemados, los buses desvalijados y las estaciones destruidas, aeropuertos y puertos cerrados repercutirán en reclamaciones de los concesionarios al Estado. Soluciones que se revisarán con lupa, pero tendrán al Estado en vitrina internacional que puede afectar la inversión y participación de extranjeros en los procesos se infraestructura pública, además de los sobrecostos en la operación y mantenimiento de los servicios concesionados.

Lo que pudiera ser peor, estos contratos de concesión si llegaren a terminarse antes del plazo previsto, el Estado se verá obligado a abrir nuevos procesos, que por inestabilidad económica no permitirá lograr los respaldos financieros necesarios para apalancar el proyecto en Colombia. El Estado colombiano se puede quedar por fuera de utilizar la concesión como mecanismo que impulsa la infraestructura.

Los empleos que se perdieron estos últimos meses son los mas difíciles de recuperar, casi logran pasar de largo la pandemia, pero el reten, la llanta quemada, no permitieron que lo lograran. Otros apostándole al negocio se endeudaron en pandemia y perdieron oportunidades por los bloqueos. En fin.

Hoy quien exporte, importe, concesione, emprenda, trabaje o mendigue, es decir todos, tenemos derecho a protestar, para que esos lazos que permiten el crecimiento competitivo del país no se pierdan, y lo poco que habíamos logrado en años no se esfume por el ánimo de unos pocos.